sábado, 13 de septiembre de 2014

Libro: "Amar Sin Condiciones". Louise L. Hay. ( Primer Parte.)



Primera parte: Comprender

1. Toda enfermedad proviene de una falta de amor

Afirmación: «Estamos dispuestos a abrir nuestro corazón».

¿Por qué existe la enfermedad en el mundo? Yo creo que está aquí para mostrarnos que estamos arruinando nuestra vida y nuestro planeta.
Nuestro cuerpo y el mundo físico tienen una gran necesidad de curación. Se contamina el aire; se envenena a los peces con productos químicos; muchas zonas se ven despojadas de su vegetación; aún creamos guerras y nos torturamos mutuamente. 
Atiborramos a nuestro cuerpo de alimentos sintéticos y lo maltratamos con cigarrillos, alcohol y otras drogas. Todos
estos males son como enfermedades, y por ello pienso que todo el planeta padece una forma de enfermedad.

No hemos estado atentos a la multitud de señales que tanto el planeta como nuestro cuerpo nos han estado enviando. Seguimos adelante sin hacer caso, vertiendo más basura y drogas en nuestro cuerpo, empujándolo a excesos que sobrepasan toda resistencia. Así, es natural que tratemos de
forma similar al planeta, maltratándolo hasta extremos increíbles. Los miembros de Alcohólicos Anónimos saben que algunas personas necesitan «tocar fondo» antes de ver la luz y hacer algunos cambios.

Enterémonos de una vez de que cuando creamos una enfermedad grave ya hemos «tocado fondo», que no tenemos necesidad de generar algo aún más terrible para escuchar y cambiar nuestras costumbres tan destructivas y carentes de amor.

La catástrofe es el resultado de nuestra mala disposición a escuchar las señales de aviso de nuestro cuerpo. Si no le hacemos caso, poco a poco irá creando un desastre lo suficientemente grande para forzarnos a mirar lo que estamos haciendo, individual y colectivamente. Cada experiencia que pasamos nos sirve para aprender. Tenemos la oportunidad de curarnos a nosotros mismos y curar al planeta. No la desaprovechemos. El tiempo es ahora.

Para mí la enfermedad es una falta de amor. 
Nos muestra lo increíblemente poco amorosos que podemos llegar a ser. Fíjate en la forma en que tratamos a los enfermos de sida. Se los rechaza, se los abandona, se los aísla, e incluso se les niega la atención sanitaria que tanto necesitan.
A mí me parece que siempre existe una opción entre el amor y el miedo. 

Si elegimos el miedo y el alienante comportamiento que éste
conlleva, nos destruiremos. Lo que suceda depende de nosotros, el futuro es nuestro. Si escogemos el amor y las oportunidades que nos ofrece, llegaremos a sanar a todo el planeta.


¿Cuáles son tus opciones día a día? -Van a contribuir a destruir o asanar el planeta?

Estas opciones son las mismas que nos hacen amar o dañar a nuestro cuerpo. Creo que, por muchas razones que a menudo difieren de uno a otro individuo, muchas personas se han dedicado a maltratar su cuerpo. En ciertos círculos se ha hecho habitual beber en exceso, tomar drogas de todo
tipo, alimentarse mal, complacerse en prácticas sexuales dolorosas y abusivas, y en la crueldad mental.

Creo que una de las razones por las cuales tantos seres humanos consumen alcohol y otras drogas es el miedo a estar solos. A muchas personas les aterroriza la soledad, porque las enfrenta con sus propios sentimientos. Hemos aprendido a acallar y encerrar nuestros sentimientos.

Nos drogamos con fármacos para librarnos de los dolores corporales, y comemos basura y consumimos cigarrillos, alcohol y otras drogas para librarnos de los sentimientos.
Cualquiera de estas prácticas, y no digamos si se dan combinadas, debilita el sistema inmunitario. Es normal y natural que el cuerpo con un sistema inmunitario debilitado esté abierto a las enfermedades. Y esto no tiene nada que ver con la moralidad. De modo que disolvamos los juicios y
la culpa. Disolvamos las prácticas dañinas, sean cuales fueren. Cuidemos con cariño nuestro cuerpo y nuestras emociones.

En su mayoría los enfermos almacenan una gran cantidad de
indignación y rabia inexpresadas hacia su familia y hacia la sociedad en su conjunto. Puede que estos sentimientos vayan acompañados de una
sensación de desamparo y desesperanza. No creen que puedan hacer ningún cambio positivo en su vida. Aún no conocen el enorme poder de su mente.

Nuestra mente es un instrumento muy poderoso. Muchas veces se ha dicho que sólo utilizamos un diez por ciento de nuestro cerebro. ¿Te has preguntado alguna vez para qué está el noventa por ciento restante? Yo creo que tenemos capacidades latentes que ni siquiera podemos imaginar
en estos momentos. Algunas personas son capaces de ver auras, otras son clarividentes, clarioyentes o canalizadoras, o tienen otras capacidades denominadas «psíquicas». También hemos oído hablar de los viajes astrales. Si yo pudiera explotar los grandes recursos de mi propio cerebro, creo que podría viajar de costa a costa sin utilizar el avión; podría
desmaterializarme en un lugar y volverme a materializar en otro, si pudiera comprender totalmente mi propio potencial.
Creo que la telepatía y las demás capacidades psíquicas serán
accesibles a todos cuando tengamos los conocimientos que nos permitan ponerlas en práctica. Pienso que hay capacidades que escapan con mucho a la imaginación de todos nosotros, y que tendremos acceso a esas capacidades cuando estemos preparados para ello.

Ahora tenemos vedado el acceso a ellas porque no estamos
preparados. Probablemente haríamos un mal uso de estas capacidades: nos dañaríamos mutuamente y dañaríamos a la Tierra y al universo entero.

Observemos la forma en que nos tratamos. Tenemos que dejar atrás el dolor y el sufrimiento. Tenemos que aprender realmente a amarnos a nosotros mismos y amar a los demás de forma incondicional.

El amor incondicional

Todos los grandes maestros del pasado y del presente nos hablan del valor del amor incondicional, es decir, amarnos y aceptarnos a nosotros mismos de forma total, y amar y aceptar a los demás exactamente como son. Todos hacemos lo mejor que podemos en cada punto del tiempo y del
espacio. Todos haremos nuestros cambios positivos con mayor rapidez y facilidad si nos damos a nosotros mismos y ofrecemos a los demás un amor sin condiciones, restricciones ni limitaciones. Cuando la mayoría de nosotros haya aprendido esta lección y sea capaz de practicarla diariamente, estaremos preparados para el siguiente paso cósmico.

No podemos estar separados y distanciados unos de otros. No
podemos hacernos daño a nosotros mismos y a los demás. El amor es la fuerza curativa, y el camino del amor es el perdón.

Las heridas y la rabia

Nada ni nadie puede hacernos daño cuando estamos centrados en nuestro espacio y nos amamos a nosotros mismos.
Sólo nos pueden dañar nuestros propios pensamientos.

No te asustes de tus propios pensamientos. No reacciones con temor.
No traiciones tu poder. Vive centrándote en tu propio espacio, en donde sabes que la vida es para vivirla.

¿Qué es el amor incondicional? Expresado con palabras sencillas, es la capacidad de amarnos a nosotros mismos y amar a los demás sin normas ni reglamentos. El amor incondicional es un estado ideal hacia el cual tiende todo el planeta. Es la principal lección que debemos aprender, y
hemos de comenzar por nosotros mismos.

Significa aceptarnos a nosotros mismos y aceptar a los demás sin emitir juicios. Una flor es, un cachorrito es, una tormenta es, una experiencia es. Si decimos una flor hermosa, un
cachorro precioso, una tormenta dañina, una experiencia terrible, hemos emitido un juicio. Igualmente otra persona puede decir una flor fea, un cachorro insoportable, una tormenta benigna o una experiencia maravillosa.

Todo esto son juicios y proceden de la actitud que adoptamos ante las cosas y los acontecimientos.
Decir que alguien tiene el pelo rojizo es la afirmación de una realidad.
Decir que tiene un hermoso pelo rojizo o un horrible pelo rojizo es hacer un juicio. Los juicios que hacemos provienen de nuestra opinión sobre cualquier tema o acontecimiento. 

¿Te has fijado en cómo te juzgas?

Decimos cosas como: «Tengo la nariz demasiado larga», «Mis pantorrillas son demasiado gruesas», «No soy lo bastante listo», «Mi manera de ser no me hace simpático» o «No soy lo bastante capaz».
«Tengo la nariz demasiado larga»: ¿para quién o para qué? ¿Cuál es la nariz perfecta? ¿Dónde está el modelo? ¿Te has fijado en que la forma de la nariz cambia en las diferentes regiones del planeta? ¿Realmente colocas tu valor personal en la forma de tus pantorrillas? Si crees que no eres una persona simpática es porque no te amas. ¿Y quién dice que no eres lo bastante capaz? ¿De dónde sacaste ese juicio?

Todo esto no son más que tonterías. Tu nariz sirve y tus pantorrillas también, tengan la forma que tengan. Sí, puedes hacerte la cirugía estética, pero eso no tendrá nada que ver con tu valía personal ni con el amor que sientas por tí. Serás una persona simpatiquísima si así lo crees, y sólo tú puedes decidir si eres lo bastante capaz.

Nos preguntamos cómo podemos aceptar todas las cosas difíciles que nos ocurren en la vida. Esas cosas nos suceden porque practicamos el desamor hacia nosotros mismos y nos juzgamos. Cuando, como individuos, nos tratemos con amor incondicional, no habrá experiencias negativas.
No las crearemos. Podemos aprender a aceptar a los demás sin ponerles condiciones, dejándolos ser como son, aprendiendo de sus experiencias al mismo tiempo que aprendemos de las nuestras, amándolos a medida que
aprenden a amarse a sí mismos.

Si todos practicáramos el amor incondicional tanto como nos fuera posible, estoy segura de que en dos generaciones podríamos transformar este planeta en un lugar lleno de amor y seguro para vivir.

De una u otra forma todos sufrimos de la falta de amor incondicional, algunos desde que nacimos. Si cuando éramos niños rara vez se nos permitió amarnos y respetarnos a nosotros mismos, es muy probable que ahora nos neguemos ese amor. Si se nos educó en la idea de que éramos
poco dignos de cariño, entonces a menudo optamos por tratarnos como a personas despreciables, y expresamos esta indignidad de muchas formas, por ejemplo convirtiéndonos en drogadictos para no pensar, y castigando así nuestro cuerpo a diario.

Tratamiento

Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría.
Aceptamos este don con gratitud y gozo. Comprendemos que no tenemos tiempo para perder viviendo en el pasado. Así que entramos en nuestro interior y con ojos amorosos escudriñamos todos los rincones en donde habitan el dolor y el temor. Ya no queremos aguantar más estos viejos
obstáculos. Nos trasladamos a nuestro espacio del corazón, adonde llevamos la abundante luz del amor que habita en nuestro interior. 

Hacemos que este amor, que ve sin juicios ni expectativas, fluya por nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra conciencia. La luz del amor sigue brillando y disuelve todo lo que no se le parece. Estamos dispuestos a deshacernos de toda la basura. 

No tiene vida propia, no hay verdad en ella. Es sólo un viejo
recuerdo que ya no existe, que desaparece de nuestra vida. Somos uno con el Poder que nos ha creado. Estamos seguros y a salvo, y todo está bien en nuestro mundo.

2. Opciones

Afirmación: «Somos mucho más que cualquier problema; ¡somos la solución!».

Si elegimos la enfermedad, ¿podemos optar por curarla? 

Recuerda que no escogemos la enfermedad conscientemente, sino que ésta nace de nuestras más arraigadas creencias y de nuestra forma habitual de pensar, hablar y actuar. Los malos hábitos inducidos por nuestras creencias generan actos negativos y una atmósfera propicia para la enfermedad.

Examinemos nuestro comportamiento y lo que podemos hacer para cambiar nuestras opciones.

¿Nuestro único objetivo es curar el cuerpo? Si es así, no vamos a conseguir nada, porque, si no cambiamos lo que en primer lugar nos metió en este problema, ¿qué bien podemos sacar de intentar curar sólo el cuerpo? 

Tenemos la opción, sin embargo, y el conocimiento de este simple hecho puede ser importantísimo.
Muchos de nosotros, demasiados, pensamos que no tenemos elección, que estamos como clavados en un lugar y una situación. Eso no es verdad; siempre tenemos opciones. Cada momento de cada día abunda en elecciones. La forma de respirar, de caminar y de sentarse, de vestirse y de comer, de responder y de reaccionar, la forma de relacionarse... todo esto son opciones. 
Luego están las más grandes: la elección del estilo de vida, de la pareja y del trabajo, incluso la elección de la salud. ¿Qué hacemos cotidianamente para conservar nuestra vitalidad y nuestra fuerza o, por el contrario, cómo contribuimos a caer en la enfermedad? Lo que elegimos pensar tiene mucho que ver en esto. Si elegimos pensamientos que nos hacen sentir a gusto con nosotros mismos, nuestras acciones y reacciones
serán probablemente positivas; si elegimos pensamientos que minan nuestra autoestima, nos veremos arrastrados hacia experiencias negativas.

Lo que nos sucede cada día es el fruto de nuestras elecciones, incluso de las primeras, cuando decidimos venir nuevamente a este planeta en un punto preciso del espacio y del tiempo. Yo creo que antes de entrar en el plano físico ya sabemos anticipadamente qué diversas experiencias culturales, sociales y familiares estarán a nuestra disposición. La forma de reaccionar ante estas experiencias es opción nuestra. 

Digan lo que digan nuestra familia y la sociedad, podemos elegir nuestra forma de reaccionar y decidir si aceptamos o no sus opiniones. Llegamos aquí en una época concreta, de modo que podamos experimentar determinadas circunstancias que nos servirán en nuestro camino espiritual. 
Nuestra alma sabe lo que hace. Muy pocas personas escogen conscientemente la enfermedad. La mayoría lo hace subconscientemente: necesitan la enfermedad para satisfacer una necesidad.

Hay muchos motivos para ponerse enfermo:
Creer que nos contagiaremos de todas las enfermedades que haya en nuestro entorno.
Aceptar la enfermedad como algo inevitable. Ignorar la importancia de una buena nutrición. Librarse de algo: 

«Bueno, no pueden esperar que lo haga si estoy enfermo».
Tener tiempo libre. Descansar.
Inspirar compasión o lástima. Descubrir quién nos ama realmente.
Pedir cosas de las cuales no nos sentimos merecedores de otra forma.
Lograr que se preocupen por nosotros y nos cuiden. Evitar que alguien nos abandone.
Poder hacer algo que siempre deseamos hacer pero para lo cual nunca teníamos tiempo.
Tener una fantástica excusa para fracasar. Autocastigarnos por «no servir para nada». 
Seguir la costumbre familiar ante el estrés. No saber
sencillamente qué otra cosa hacer. Incluso «necesitar» la desfiguración que causa la enfermedad para ser amado por los valores interiores.
Es muy interesante lo que les sucede a algunas personas, hombres o mujeres, cuando son extraordinariamente bellas. En general son tan admiradas por la belleza de su cuerpo que suelen sentirse como si a nadie le importara verdaderamente la persona que hay en su interior. Ansían ser apreciadas por su inteligencia o sus capacidades, o que se les respeten sus
sentimientos.

Estas personas tan guapas a veces desearían ser comunes y
corrientes, incluso poco atractivas. En ocasiones se complacen deliberadamente en tomar actitudes que contribuyan a destruir su hermosura. O bien pueden llegar a cultivar una enfermedad para descubrir quién las ama realmente. Las personas bellas también tienen problemas. El
amor y la aceptación incondicionales son importantes para todo el mundo.

El karma

Hemos oído muchas veces esta palabra; pero, ¿qué significa realmente para nosotros?

El karma es sencillamente la ley de la causa y el efecto: lo que damos nos viene de vuelta, en pensamientos, en palabras, en actos, de acuerdo con nuestras creencias.

Todo efecto tiene una causa. Toda experiencia tiene un origen. El bumerán siempre vuelve a su lugar de partida. Y este concepto funciona en sus formas positiva y negativa. 

Todo lo bueno y todo lo malo que hay en nuestra vida es karma que alguna vez generamos.
Con el karma nunca nos quedamos «clavados». Porque a medida que cambiamos nos vamos liberando de sus pautas negativas. Demasiadas personas utilizan el karma como una excusa para no cambiar: «Es que es mi karma; me ha acompañado durante vidas enteras. No hay nada que hacer». No importa durante cuánto tiempo hayamos cargado con nuestras pautas negativas.
¿Qué estamos dispuestos a hacer ahora para cambiar?

Nuestro poder está siempre en el momento presente. Únicamente nosotros podemos hacer los cambios necesarios para disolver el karma negativo.
¿Cuáles son estos cambios? Muy sencillo. Interrumpamos lo que «nosotros» estamos haciendo para crear y recrear el problema. No hay nadie haciéndonos nada. Sólo estamos nosotros creando nuestro mundo. Si
se trata de nuestros actos, pues cambiémoslos. ¿Estamos dañando a nuestro cuerpo? Pues dejemos de hacerlo. ¿Dañamos a los demás?
También podemos cambiar esto. ¿Hablamos con dureza? ¿Lloriqueamos y nos mostramos celosos? ¿Nos quejamos y buscamos culpables constantemente? ¿Somos víctimas profesionales? 
Bueno, pues, todo esto lo podemos cambiar. ¿Son nuestros pensamientos un torrente dé negatividad? ¿Pensamos que tenemos muchas carencias y limitaciones?
¿Somos partidarios del sufrimiento? Pues, abandonemos esas creencias. Al menos podemos estar «dispuestos» a dejar de pensar así.
Cuando nos demos cuenta de que caemos en las viejas pautas, de que estamos creando un karma negativo, hagamos una pausa. Recordemos que ya no queremos hacer eso. 

Empecemos a cambiar nuestra forma de pensar, nuestras palabras, nuestras acciones, nuestras creencias, cuanto
podamos. 
Hasta el más mínimo cambio en nuestros pensamientos sirve.
Por encima de todo, no nos sintamos culpables ni nos censuremos por la negatividad del pasado. El pasado está muerto y enterrado, y sea lo que fuere que haya que limpiar, debemos hacerlo ahora, con tanta dulzura, tanto amor y tanta alegría como podamos. Hagamos que el sufrimiento sea algo
del pasado en nuestra vida.

Estamos aquí para aprender y para crecer. Aprende todo lo que puedas. No te limites a este libro. Lee otros y escucha muchas cintas de autoayuda. Acude a reuniones y seminarios si te es posible. Escucharás el mismo mensaje, con otras palabras y de otros labios. Sumérgete en el estudio; sacarás provecho de ello. Puedes convertirte en un experto en
mejorar la calidad de tu vida. Acude a librerías y bibliotecas y busca otros libros... encontrarás nuevos maestros.

Cuando estamos dispuestos a crecer, los maestros, los seminarios y las oportunidades aparecen por todas partes. Escucha lo que dicen los demás. Observa su vida. Busca la relación entre lo que dicen y lo que experimentan. Transfórmate en tu propio maestro. Tú tienes la sabiduría y la capacidad necesarias para crecer mucho más allá de tu comprensión actual.

No estamos condenados a optar por lo negativo
Aunque muchos de nosotros hemos hecho elecciones negativas en el pasado, no estamos condenados a escoger siempre estas opciones.
Podemos volver a elegir y hacerlo de forma distinta. Observemos las opciones y creencias que no nos van bien y cambiémoslas por otras. Si durante mucho tiempo hemos creído que no valemos nada y por eso nos hemos tratado mal, podemos hacer un cambio. 

Podemos examinar de dónde nos viene esta convicción y descubrir que generalmente proviene de uno de nuestros padres o de otra persona que fue muy importante para
nosotros en nuestra primera infancia. Desde nuestra perspectiva actual de adultos podemos llegar a la conclusión de que esta opción era un problema de esa otra persona y que no tenía nada que ver con nosotros. 
Ahora podemos decidir amarnos y apreciarnos y, automáticamente, se harán más positivos nuestro modo de pensar y nuestro comportamiento.

Puede que en el pasado, sin saberlo, hayamos escogido creencias y actitudes dañinas para el cuerpo y que nos han hecho pasar muy malos ratos. Sin embargo, ahora podemos optar por la salud, y aprender todo aquello que contribuya a crearla y mantenerla. Así como siempre hay opciones mentales alternativas, también existen muchos caminos holistas alternativos que pueden servirnos en nuestra decisión de llegar a ser personas sanas y completas.

Son demasiado frecuentes los casos de hombres y mujeres que durante mucho tiempo han seguido el camino de la mala salud, hasta que llega una crisis y entonces por fin se dan cuenta de las diferentes opciones y comienzan a ir en pos de la salud. Quieren resultados inmediatos y no pueden comprender que normalmente se necesita bastante tiempo para contrarrestar años de abuso del cuerpo. A veces se desalientan y vuelven a los viejos hábitos, sin haberse dado una verdadera oportunidad.

Evidentemente, siempre es mucho más fácil decidirse por la salud antes de que aparezca la enfermedad, por que entonces no tenemos que reparar el daño al mismo tiempo que cambiamos nuestras pautas de conducta.

Yo suelo decir a mis clientes: «Es mucho más fácil liberar los
sentimientos antes de vernos amenazados por el bisturí del cirujano, porque cuando esto suceda también tendremos que enfrentarnos con el pánico».

Desde luego, los cambios pueden tener lugar en cualquier momento. Nos encontramos en el aquí y ahora, y este es el momento de cambiar.

Una opción por la salud comportará dejar atrás nuestros viejos problemas y complejos, así como los de otras personas que llevamos sobre nuestros hombros. Para empezar, no olvidemos que fueron estas pautas negativas la causa de la enfermedad. 
El olvido de los viejos resentimientos, el perdón de todos aquellos que alguna vez pudieron herirnos y la decisión
de amarnos y aprobarnos a nosotros mismos, harán maravillas para mejorar no sólo nuestra salud, sino también todos lo demás aspectos de nuestra vida. La libertad que sentimos en nuestro interior cuando estamos
 verdaderamente dispuestos a realizar estos cambios mentales forma parte de la curación.

Tratamiento

Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría.
Estamos dispuestos a mirar más allá de los problemas, sabiendo que tiene que haber una solución. Dentro de nosotros existen las respuestas que andamos buscando. 

Somos uno con la Inteligencia del Universo, que está
igualmente presente en todas partes. Nos movemos más allá del limitado pensamiento humano y nos unimos a la Mente Divina e Infinita en donde todas las cosas son posibles. 

Dentro de estas posibilidades hay soluciones
absolutamente incontables.
En este conocimiento estamos seguros y sabemos que somos uno con el Poder que nos ha creado. Estamos seguros
y a salvo, y todo está bien en nuestro mundo.

Louise Hay

2 comentarios: