jueves, 28 de mayo de 2015

Disposición al cambio.


Nuestro estilo de vida nos empuja a estancarnos en las rutinas y cuando nos enfrentamos a un mínimo cambio en estas, nos supone un auténtico quebradero mental y moral, nos venimos abajo y nos encontramos con una multitud de sentimientos encontrados. Estamos tan acomodados que al enfrentarnos a un sistema de crisis o cambio de paradigma obligatorio, nos derrumbamos y nos quedamos estáticos como un conejo ante los faros de un coche. Ese rechazo al cambio hace que las circunstancias que no controlamos acaben por atropellarnos, pero esto ocurre solo porque creemos que hay un orden que opera desde fuera y es superior a nuestro propio orden.

No solo nos supone un problema cambiar nuestra rutina, también nos plantea un drama cambiarnos a nosotros, nos quedamos dándole vueltas al coco pensando en el cómo o el por qué, sin llegar a ningún lado. Para el resto del mundo, somos algo que no somos, mostramos orgullosos esa pantalla de alta resolución, para esconder nuestras miserias, escondidos en la apariencia vivimos acomodados en un personaje que al final a la mínima zozobra no aguanta y se derrumba. Tememos el juicio al morir porque no somos capaces de juzgarnos en vida, la hipocresía nos delata y preferimos mirar el defecto ajeno que empezar a pulir los propios. Pero no es cuestión de ser perfectos, solo de ser mejores, conocernos un poco más y saber cuáles son nuestras posibles “taras”, pecados si eres religioso, errores si eres del lado de la razón.


No todo es moral o emocional, también tenemos que estar dispuestos a cambiar nuestra mentalidad. Poner en constante tela de juicio todo aquello que creemos asentado y damos por cierto, dudar de lo más sagrado, de lo más inamovible, poner bajo el microscopio absolutamente todo, para ir quitándonos capas y capas de creencias, que sin querer o queriendo, nos limiten.

Lo institucional, lo sistemático, lo recurrente, lo mental y lo espiritual. Hemos sido el fruto de múltiples programaciones y debemos ponerlas absolutamente todas en crisis, apartarlas e intentar vivir sin ellas. Si después de despojarte de unas cuantas te sientes mejor, con la mente más receptiva y abierta a nuevas posibilidades, estarás en el camino de tener el control sobre tus propios dogmas. Es importante que seamos capaces de poder ser impermeables, que cuando nos llegue el conocimiento, este no nos coarte y nos convierta en siervos creyentes.

El conocimiento mal asimilado, te convierte en un ignorante, ya que lo que admitas como cierto, indudablemente te hará crédulo, y como consecuencia rechazaras cualquier nueva opción, y por consiguiente, te convertirás en un Ser estático, integrado en un nuevo sistema, paradigma, rebaño. Es esencial que el conocimiento no tenga más poder que tú, que no transformes el saber en creencia, en dogma, porque acabaras atrapado y te será difícil salir de ahí.

Desconozco las creencias que aun puedas albergar, todos tenemos alguna, es inevitable ser presos de alguna creencia, pero esto debe ser una etapa a quemar, debemos adaptarnos a los tiempos que llegan, se acabó el tiempo de creer, se acabó estar agazapado temiendo a dios, esperando a Jesús o a los extraterrestres. Se acabó el buscar, se acabó el dar tumbos entre textos, técnicas y meditaciones. Llego el tiempo de saber, de conocer, de experimentar, de poner a prueba todo, de tomar las riendas, de tener el control. Esta es la disposición que debes asumir para aceptar el cambio, un cambio que puede llegar a ti y no estar preparado para reconocerlo.

 Quizás al principio no sepas como ponerlo en práctica, o te cueste, porque has vivido con el piloto automático puesto demasiado tiempo, tratando de ser normal, de seguir la tendencia, de ser un ciudadano más insertado en el sistema, un trabajador, un votante, un consumidor. Intentar no ser señalado es lo que ha causado también tu inmovilismo y es lo que ha hecho que fabriques mascaras. El miedo es lo que te convierte en miembro “Honoris Causa” del rebaño, si temes a las críticas, al que dirán, al que pensaran, al cómo me miran o como me señalan, seguirás siendo un producto listo para ser cosechado. Todas esas críticas son halagos, esas son las señales que indican que estas saliendo del sistema, que no eres uno más, que tu voluntad está recuperando su autoridad, eres un ser soberano de sí mismo. Solo te queda saberlo y experimentarlo.

Podrás ver los ríos de tendencias, modas, ideas y doctrinas, y no ser salpicado por ninguna. Si te critican ríe, porque vas por buen camino, has tomado la determinación de no ser producto y eso te da el pasaporte a tu propio paraíso mental, libre de ataduras y abierto a pequeñas revoluciones. No trates de salvar a nadie, de despertar o desenchufar de forma prematura a alguien, porque lo que conseguirás es que sienta añoranza y vuelva al redil, vuelva a creer, tampoco te creas despierto, solo estas empezando a darte cuenta que duermes. Todo aquel que quiera escapar del sistema tiene que estar dispuesto a hacerlo, no basta con un “haber que pasa” porque lo que pasa, es que vuelves. Despertar requiere el compromiso de querer estar despierto, no basta con creer que algo es así, porque alguien me lo contó o lo leí, sino que hay que saber, para reconocer y entender que se está saliendo del sopor eterno.

Tampoco se trata de meterse en una cueva, ni ser un eremita, se trata de tener la capacidad de entrar y salir a voluntad, sin contaminarse, sin pervertirse, ni perderse. Aun vivimos esclavos, eso es inapelable, este sistema es capaz de exprimirnos y sacar lo peor de nosotros, pero podemos liberarnos de las cadenas que colocaron a nuestra mente y permitirnos la elección libre de tomar lo que queramos de él.


Cambiar, todos queremos cambiar, todos queremos un cambio, pero pocos son los que realmente acometen esta tarea. Por desgracia lo “normal” es esperar que alguien lo haga, que alguien de las pautas, que alguien nos guíe. Esa esperanza es la que impide que el progreso marque el paso del cambio, podemos desplegar la vela y esperar vientos favorables, eso es lo que hicimos como pueblo hasta ahora, y mira lo que hemos conseguido con ello, mira en qué estado nos dejó esa esperanza. Mañana tiene que ser ese día, y cuando llegue mañana, debemos pensar que mañana aún no ha llegado, esa disposición es la que provoca el cambio, el inicio de la acción de hoy, creara el cambio en el mañana.
Rubén Torres Sierra
http://lacosechadealmas.blogspot.com.ar/

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