jueves, 25 de junio de 2015

La curación a tu alcance: dime que te duele y te diré por qué (II).

Continuando con lo dicho en  el articulo  Dime qué te duele, y te diré qué significa“, ahora nos extenderemos en la base fundamental del tema: el cerebro y sus emociones.
La salud perfecta y el pleno despertar son, en realidad, lo mismo. La única curación auténtica es la autocuración. El querer curarse sinceramente puede motivar a una persona para que realice los cambios necesarios en aquellas actitudes, sentimientos y emociones que son responsables de su sufrimiento.
La curación no ocurrirá con sólo conocer su causa. Porque incluso cuando se ha solucionado un conflicto o se ha liberado una emoción, el cuerpo puede necesitar un tiempo más o menos largo para proceder a la reparación del tejido o del órgano afectado.
La curación no es más que volver al estado de armonía y de equilibrio. Admitir una dificultad o una debilidad es estar ya en el camino de superarla.


El hemisferio izquierdo de nuestro cerebro asume las funciones de orden racional tales como leer, hablar, contar, pensar, analizar una situación y establecer asociaciones; se relaciona con el pensamiento lógico y corresponde a nuestro aspecto emisor masculino o Yang;controla la parte derecha de nuestro cuerpo.
El hemisferio derecho gestiona las informaciones afectivas y emocionales; nos permite reconocer globalmente una situación y atribuirle un colorido emocional y sensitivo; se relaciona con nuestra imaginación, nuestra intuición y participa en la actividad onírica;corresponde a nuestra parte femenina o Yin; rige la parte izquierda de nuestro cuerpo.
El intercambio de información entre los dos hemisferios y la conclusión que de ello resulte,determinarán nuestra forma de actuar. Sin embargo, la información que llega a nuestro cerebro derecho es determinante. La memoria emocional del cerebro límbico contiene la respuesta a muchas causas de malestares y enfermedades (Ej. Hemisferio izquierdo: “Mi madre me ha dejado sola con mi padre”. Hemisferio derecho: “Me siento abandonada”).
El papel principal del cerebro límbico es garantizar nuestra supervivencia evitando hacernos revivir experiencias consideradas desagradables y haciéndonos revivir las que se consideran buenas y a repetir. El problema fundamental del cerebro límbico es que no piensa, no diferencia entre lo real o imaginario sino que sólo le importa lo que siente; no posee el discernimiento necesario para ver qué experiencias a evitar que podrían ser favorables para nosotros y cuáles a repetir pueden, sin embargo, repercutir perjudicialmentesobre nuestra salud. El miedo a cualquier peligro hace que se cierre automáticamente porque reacciona a todo lo que pueda parecer una amenaza para nuestra supervivencia.
El inconsciente no diferencia entre una imagen exterior o interior y el cerebro límbico reacciona a estas imágenes clasificándolas como experiencias a renovar o a evitar. Esto nos lleva de manera inevitable a protegernos continuamente. Como nos da miedo a sufrir, cuando nos sentimos amenazados ponemos en marcha mecanismos de protección.



El Hipotálamo
Es la voz del cuerpo en el cerebro
Rige las actividades del sistema neurovegetativo que a su vez coordina las relaciones entre las vísceras y garantiza la regulación de las funciones llamadas vegetativas o automáticas, es decir, aquellas que son independientes de nuestra voluntad consciente.
Para ello el sistema posee dos grandes circuitos: el simpático y el 
parasimpático.
El simpático estimula todo lo que está biológicamente previsto para mantenernos en estado de alerta y de potencial combatividad; predomina al estar despiertos y es el que interviene en las situaciones estresantes. El parasimpático estimula nuestras funciones de descanso y recuperación, predomina en nuestro periodo de sueño. Si uno de los dos sistemas trabaja en exceso lo hará en detrimento del otro.
El hipotálamo rige también el sistema endocrino (glándulas endocrinas: tiroides, paratiroides,suprarrenales, genitales y la hipófisis), asumiendo el papel ejecutor sin analizar ni intentar saber si una orden es o no favorable.
Si los sistemas neurovegetativos y endocrinos se encuentran ante la imposibilidad de ejecutar una acción ordenada para adaptar el organismo, se podría desencadenar un desorden que complicaría la salud.
Cuanta más emoción se sienta al recibir una información más fuerte será la respuesta del hipotálamo
porque la acción dirige la energía de cada situación concreta.
Tenemos que aprender a cultivar nuestro discernimiento si no queremos malgastar nuestra salud y nuestro bienestar. El camino de la curación pasa por el proceso de buscar la causa del malestar o de la enfermedad para llegar a conocer el remedio adecuado. Y para usar el propio discernimiento no se necesita saber de todo.
La única manera de liberarnos es volver a vivir los acontecimientos que nos hicieron sufrir a fin de desdramatizarlos y transformar nuestra comprensión sobre ellos. Al revivir una situación puede resultar saludable expresar lo que en su momento no se dijo, ya se trate de una necesidad, decepción, tristeza, enfado,repugnancia u odio. El trabajo tiene como objetivo transformar esas ecuaciones que nos son favorables en otras que sí lo serán.
Mientras permanezca el consuelo no podremos liberarnos del sufrimiento que llevamos. Es preciso traer esos recuerdos a la conciencia pues en esto reside la clave para curar muchas enfermedades. Al querer huir de una situación que nos hace daño, huimos también de lo que nos permite liberarnos de ella.
Todos los métodos son buenos siempre que sean empleados con sentido común. Pensamientos (conciencia), respiración (energía) y alimentación (materia) están interrelacionados. Poco importa la vía que se elija, lo que cuenta es elevar la conciencia para dejar de sufrir manifestaciones desagradables. Lo que se pretende es responsabilizarnos de nuestra vida, ser felices y gozar de buena salud.

Poseemos la capacidad de crear la enfermedad , también tenemos el potencial para liberarnos de ella.
Lo que más necesita una persona enferma es que la tranquilicen y que después la guíen hacia un proceso de auto-curación. Lo que no necesita en absoluto es asustarse y sentirse condenada por pronósticos sombríos.
Pidamos a nuestra mente consciente que rechace total e inmediatamente cualquier afirmación que haya oído y que no sea totalmente favorable, y la sustituya entonces por lo que pueda contribuir a nuestra felicidad y a nuestro bienestar. Pedir también acoger las almas luminosas para guiarlas en nuestro camino si eso está de acuerdo con nuestro plan evolutivo. Después entregarnos a la Sabiduría divina para dejar que se manifieste la situación ideal.
 Enfermarse, sentirse desgraciado o encontrarse en una situación desagradable no es una cuestión de mala suerte ni una casualidad o un castigo divino; no es más que el resultado de sintonizarnos con determinada frecuencia. Solo hay que cambiar de frecuencia negativa a una positiva para que el malestar, el dolor o la enfermedad desaparezcan, para transformar una situación difícil o para mejorar nuestra relación con los demás.
Las sugestiones mas arraigadas se obtienen a fuerza de repetición; lo mismo ocurre con las frases o expresiones que repetimos con frecuencia. Al tomar conciencia del efecto de las repeticiones optaremos por las que nos son favorables y nos apresuraremos a eliminar las desfavorables. Se sugiere entonces repetir constantemente:
En cada momento creamos nuestra realidad mediante los pensamientos que sintonizamos, las palabras que pronunciamos y las elecciones que hacemos. Cuanto más ampliamos el campo de nuestra conciencia, más podemos intervenir para transformar favorablemente nuestro mundo y mejor podemos gobernar nuestra vida.Ejemplos de palabras que crean nuestros problemas y por tanto debemos anular y en su defecto utilizar otras nuevas: “siempre tengo que contenerme” crea el síntoma de estreñimiento y se debe utilizar a cambio “cada vez soy más yo misma”; “no puedo sentirlo” crea la sinusitis y es preciso utilizar “aprendo a acogerlo”; “tengo la impresión de estar estancado” crea dolor de pies y utilizar mejor “busco el paso que tengo que dar”; “el agua me engorda” da por síntoma la obesidad y en cambio hay que utilizar “el agua elimina mi exceso de grasa”; y así sucesivamente.
Cuando se quiere huir de una situación que conlleva a una importante lección para nuestra evolución,la enfermedad puede obligarnos a afrontarla. Podemos tratar de huir de nosotros mismos anestesiándonos,desvaneciéndonos, paralizándonos o angustiándonos. Pero huir no es la solución porque aquello que nos da miedo y de lo que queremos escapar nos persigue constantemente.
Hay que acoger a las emociones y no enfrentarse a ellas o provocarlas: no hacemos que las flores crezcan tirando de ellas. Hay que intentar encontrar la emoción o sentimiento en la cual nos hemos quedado atascados: duda, abandono, desvalorización, etc. o una mezcla de varios de ellos. El ser responsables significa reconocer que somos los creadores de lo que vivimos. Esto supone aceptar y reconocer que nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes o las lecciones que debemos integrar en nuestro camino evolutivo,han dado a lugar a las situaciones felices o desdichadas que hemos encontrado en nuestra vida o que vivimos actualmente.
Cualquier cosa que hayamos vivido, cualquiera que sea la enfermedad que nos afecta o el trágico suceso que hayamos sufrido, lo necesitábamos para asimilar lecciones esenciales para nuestra evolución.
Reconocer que todo es perfecto no significa abdicar, abandonarse o no reaccionar; al contrario, es actuar
con responsabilidad en lugar de elegir la vía de la rebelión o de la abdicación.
Con la ley de la responsabilidad ya no hay víctimas ni verdugos. No se puede acusar a los demás de lo que se vive porque hay algo que nos hace reaccionar de esa manera o lleva al otro al tratarnos así.
El otro no es más que un espejo en el que nos miramos. Uno puede rechazar su furia y otro expresarla con
violencia: ambos están presos en ella.
Desde nuestra más tierna infancia hemos estado sometidos a diversas influencias; las que más nos han marcado son aquellas que recibimos de las personas en quienes más confiábamos. Repetiremos los mismos guiones hasta que alcancemos la suficiente madurez afectiva para dejar de amar como un niño (a) que depende de su mamá (papá).
Revisemos nuestras programaciones. Podemos haber programado “tener más de los demás = Injusto”,
y entonces desearemos tener cosas bonitas o tener éxito, pero atraeremos las circunstancias adecuadas
para romper nuestras cosas bonitas o sabotear nuestro éxito y nuestras posibilidades.
Una persona puede ser más sensible a determinadas vibraciones que otra, dependiendo de lo que tenga en su memoria emocional o de las lecciones que deba asimilar.

Pero por sobre todo debemos hacer cosas que nos aporten alegría y con las  que pensamos empleamos bien la vida; prestar atención a nuestras necesidades y a nosotros mismos; dejar que se vayan todas las emociones negativas que podamos encontrar en nuestro interior; cultivar imágenes positivas en nuestra mente; proponernos objetivos entusiastas; descubrir lo que realmente queremos hacer; encontrar maneras de expresar el amor; amarnos y amar a los demás; crear relaciones en las que se tenga cabida el juego,la diversión y el amor; curar todas las relaciones traumáticas de nuestro pasado, especialmente las tenidas con los padres y familiares; decidirnos a consagrarnos al bienestar y a la felicidad; aceptarnos y aceptar todo lo que hay en nuestra vida como una oportunidad para crecer y progresar; aprender a sacar lo que se puede de cada experiencia; y avanzar con sentido del humor.

by Jonathan Kremisisky

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