jueves, 9 de julio de 2015

LA VIDA IMPERSONAL Joseph S. Benner. Capítulo III


III
YO, VIDA, DIOS

92. Si lo que has leído ha despertado en ti una intima respuesta, y tu corazón anhela saber más, entonces eso indica que ya te encuentras listo para lo que sigue.

93. Pero si aun dudas o te rebelas contra la Divina Autoridad, a la que se atribuye lo aquí escrito, y tu intelecto te dice que no es sino otra tentativa para seducir a tu mente con arteras sugestiones y sutiles sofisterías, entonces –sábelono habrás de recibir beneficio alguno de estas palabras, pues ello quiere decir que su significado permanecerá aún oculto para tu conciencia mortal, y que Mi Palabra deberá venir a ti a través de otros medios de expresión.

94. Y está bien si tu personalidad, con su intelecto, te impele a dudar así y a rebelarte en contra de una autoridad que tú todavía no sabes es Mía. Mas sabes que soy YO, realmente, quien obliga a tu personalidad a rebelarse de tal manera;
pues aun la necesito así, con su orgullosa sensación de individualidad, a fin de poder desarrollar una mente y un cuerpo lo suficientemente fuertes para poder expresarMe con perfección. Y, mientras no estés preparado para conocerMe, Yo he dado a tu personalidad la misión de dudar y rebelarse en tal forma. Pero, una vez que ya hayas reconocido Mi autoridad, en ese mismo momento comenzará a menguar la de tu personalidad, y, entonces, los días de su dominación estarán contados, y cada vez más recurrirás a Mí en busca de guía y ayuda.

95. Así, pues, no desmayes, y sigue leyendo; quizá más pronto de lo que esperas, venga a ti el reconocimiento de la Verdad. Pero sabe que puedes seguir leyendo o no, según tú elijas; paro, sea lo que fuere aquello que elijas, soy Yo, realmente, Quien elige, y no tú.

96. Para ti, que creer ser el que elige no seguir leyendo, Yo tengo otros planes, y a su debido tiempo sabrás que cualquier cosa que hagas, te guste o desees, a ello es precisamente a lo que Yo te guío, haciéndote pasar por las engañosas ilusiones de la personalidad, para que puedas, finalmente, darte
cuenta de la irrealidad de todo ello, y, entonces, te vuelvas a Mi, como a la una y única Realidad. Entonces será cuando las siguientes palabras hallarán acogida en tu interno:

97. "¡Aquiétate! - y SABE - YO SOY - Dios."

98. Sí, YO SOY esa parte más íntima de ti, que tiene su morada en tu interno, donde calmadamente espera y vigila, no reconociendo tiempo ni espacio, ya que YO SOY el Eterno y lleno todo espacio.

99. Yo vigilo y espero a que tú termines con tus mezquindades y debilidades humanas, con tus vanos deseos, ambiciones y pasares, pues sé que todo vendrá a tu tiempo; y, entonces, recurrirás a Mí, cansado, abatido, hambriento y humillado, pidiéndoMe que te guíe, sin comprender naturalmente, que Yo siempre te he estado guiando.

100. Sí, Yo tengo mi asiento aquí, en tu interno, y estoy tranquilamente esperando que lo antes dicho acontezca; y, mientras así espero, Soy Yo, realmente, Quien ha estado dirigiendo todos tus pasos, Quien ha estado inspirando todos tus pensamientos y acciones, a la vez que utilizando y
manejando impersonalmente a cada uno de ellos, siempre con el objetivo de llevarte, a su debido tiempo, así como también a Mis otras mortales expresiones, a un final y consciente reconocimiento de Mí. 

101. Sí, Yo he estado siempre en lo interno, en lo más íntimo de tu corazón. Yo he estado contigo en todo: en tus alegrías, en tus sinsabores, en tus éxitos y tus fracasos; en tus malas obras, en tus vergüenzas y en tus crímenes contra tu hermano y contra Dios, según tú los creíste.

102. En consecuencia, si tú seguiste el camino recto o el camino torcido, o retrocediste, sabe que fui Yo Quien te hizo obrar en tal forma.

103. Fui Yo Quien te alentó a seguir adelante, gracias a la vislumbre que de Mi te permití percibir vagamente en lontananza.

104. Fui Yo Quien te tentó, desviándote del camino, por medio de la visión que de Mi tuviste en algún rostro fascinador, en algún cuerpo hermoso, o en un intoxicante placer o ambición incontenible.

105. Fui Yo Quien apareció ante ti con la vestidura del de la Debilidad, de la Voracidad, de la Sofistería, y te arrojé en los fríos brazos de la Razón, dejándote que lucharas dentro de la vaga comprensión que ella proporciona, hasta que, al darte cuenta de su impotencia, creció tu descontento, y entonces, inspirado por la nueva visión que se te presentaba, desgarraste todos esos Mis disfraces.

106. Si, Yo Soy Quien te hace hacer todo lo que haces, y si puedes comprenderlo, Soy Yo Quien hace todo lo que haces, así como todo lo que tu hermano hace, pues eso que es en ti y en él es, SOY YO, Yo Mismo.

107. Porque YO SOY LA VIDA.

108. YO SOY el que anima tu cuerpo, el que hace que tu mente piense y que tu corazón palpite; YO SOY el que atrae hacia ti el dolor o el placer, ya sean de la carne, del intelecto o de las emociones.

109. YO SOY el que está en lo más intimo de ti; Soy el Espíritu, la Causa animante de todo ser, de toda vida, de toda cosa viviente, ya sea visible o invisible; y, sabe que no hay nada muerto, pues YO, el UNO impersonal, SOY el Ser de
todo lo que hay. YO SOY infinito y totalmente ilimitado; el Universo es Mi Cuerpo; toda inteligencia emana de Mi Mente; todo Amor fluye de Mi Corazón, y todo Poder no es sino Mi Voluntad en acción.

110. La triple Fuerza, manifestándose como toda Sabiduría, todo Amor y todo Poder, o, si te place, como Luz, Calor y Energía es la que mantiene unidas todas las formas, la que une todas las expresiones y todas las fases de la vida, ya sean
creativas, cohesivas o destructivas; y que no es sino la manifestación de Mi Ser en el acto o estado de Ser-en-todo (o estar-en-todo).

111. Nada puede Ser sin manifestar o expresar alguna fase de Mí, Quien no solamente SOY el Constructor de todas las formas, sino el Morador en cada una de ellas. En el corazón de cada una, Yo tengo mi morada; en el corazón del ser
humano, en el corazón del animal, en el corazón de la flor, en el corazón de la piedra.. En el corazón de cada una, Yo vivo, Me muevo y tengo Mi Ser, y también del corazón de cada una, Yo hago surgir aquella fase de Mí que deseo expresar, y que en el mundo externo se manifiesta como una piedra, una flor, un animal o un hombre.

112. Pero te oigo preguntar: "¿No hay entonces nada más que este gran YO?" "¿No me será dado tener individualidad propia?

113. No, nada hay, absolutamente nada, que no sea un aspecto o fase de Mí, gobernado y regido siempre por Mí, la Una e infinita Realidad.

114. En cuanto a tu llamada individualidad, debo decirte que ella no es sino tu personalidad, que aun busca la manera de mantener una existencia separada.

115. Pero pronto conocerás que no hay ni puede haber individualidad, aparte de Mí Individualidad, y que toda personalidad habrá de desvanecerse, por ilusoria,
en Mi Divina Impersonalidad.

116. Si, y sabe que tú pronto llegarás a ese estado del despertar, en el que habrás de percibir un destello de Mi Impersonalidad, y ya entonces no desearás ser una individualidad separada, porque habrás de darte cuenta de que todo ello no es sino una ilusión más de tu personalidad.




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