viernes, 5 de enero de 2018

Youtube y el todo por la fama, consecuencias psicológicas.Por Elena Martinez


Jóvenes que cuentan sus mayores intimidades, adultos que hace unboxing con sus compras del supermercado, horas dedicadas a mostrar videojuegos, bromas pesadas, partos en directo, rupturas de pareja, lágrimas… ¿os suena? Estamos en la era del “todo por un like” y Youtube es el medio que lo ha hecho posible.
Youtube es la nueva televisión

Ya es un hecho, Youtube ha sustituido a la tv, especialmente entre espectadores menores de 35 años que eligen la plataforma online antes que la vieja programación televisiva. Sin duda, con más de mil millones de usuarios, Youtube está al alcance de todos y podemos encontrar contenidos de todo tipo, desde música, hasta tutoriales de cocina o documentales.

No es de extrañar que accesibilidad y facilidad con la que todos podemos exponernos ante un público tan amplio, ha llevado a cientos de personas a exhibirse en esta red de vídeos, habiéndose convertido también en un espacio en el que la telerrealidad también tiene cabida y se acepta como algo natural.
Los Youtubers, las estrellas de la generación millennial

En España, solamente un 14% de los Youtubers genera ingresos suficientes como para vivir de ello, entonces, ¿cuáles son las motivaciones que pueden llevarnos a ponernos detrás de una cámara y producir vídeos hablando a veces de nosotros mismos?

A veces se trata de dar notoriedad a una marca personal, hacer reír, desahogarnos o en muchos casos, conseguir una atención y aceptabilidad que escasean en la vida real y que va acorde con las necesidades de una generación que sublima el narcisismo como una cumbre a la que aspirar.

Los contenidos son variados, desde tutoriales de moda, salud y belleza preferidos mayormente por mujeres a canales de videojuegos y bromas, seguidos en su mayoría por chicos. Son sin embargo los vídeos con mayor contenido personal los que generan más visitas.



Esto se debe a la conexión psicológica que crean con el espectador, que puede identificarse y empatizar con el vblogger, generando una sensación de compañía, familiaridad e inmediatez que puede suplir las carencias afectivas que tenemos en la vida real.

Es por esto que el espectador prefiere la autenticidad e intimidad que le transmite el Youtuber a las que le provocan las celebrities de toda la vida. Esto puede llegar a ser positivo si contribuye al apoyo mutuo o al aprendizaje, o simplemente para echar un rato divertido frente a la pantalla, pero ¿qué pasa cuando la búsqueda de la fama se convierte en una obsesión?
La auto exhibición llevada al límite: todo por la fama

Esta necesidad de ser el centro de atención puede llegar a límites preocupantes en los que los propios adultos exponen sus intimidades más personales e incluso su vida familiar, convirtiendo en protagonistas diarios de fama mundial a sus hijos menores de edad.

Así, podemos encontrar Youtubers de 5 años como Arantxa que muestra sus juguetes desde hace años a miles de espectadores o el caso de la Youtuber española Verdeliss, cuya vida familiar es transmitida ante un millón de subscriptores que han llegado a ver desde el parto de cada uno de sus hijos a sus problemas diarios desde que son bebés.

Otros casos extremos son los de familias como los Brataylay en EEUU que tras hacer de su vida un reality, generaron especial controversia al retransmitir en vivo en funeral de uno de sus hijos menores de edad. Aunque quizás, el caso más sonado es el de la familiaOfive, que llegaron a perder la custodia de sus hijos por hacerles bromas constantes con el único objetivo de ganar visualizaciones, provocándoles dramáticas consecuencias psicológicas.
Las consecuencias en la salud mental

“Buscas validación constantemente. Se convierte en un sistema de apoyo en el que creces para confiar, un ciclo de enormes picos de felicidad y depresiones de duda.”Explicaba la vblogger Lucy Woods en un artículo sobre cómo internet impactó en su salud mental.

La necesidad de exhibicionismo puede ser una estrategia para encontrar validación y aceptación o para provocar el anhelo del público, en los casos más narcisistas.

La popularidad que generan hablando de sí mismos crea una ilusión de logro que no se corresponde con las metas de la vida real; ser observados y queridos por desconocidos genera expectativas tan intensas que pueden desequilibrar la estabilidad emocional de una persona.

En esta línea anunciaba PewDiePie, el Youtuber con más subscriptores del mundo, que dejaba su canal durante un tiempo agobiado por la presión de su fama. O el Rubius, el Youtuber más popular en español, que declaraba en la revista Time: “Sé que a lo mejor sobreactúo demasiado en algunos vídeos y que antes era más natural […], pero es difícil tener la presión de tantas personas encima esperando ser entretenidas.”

A su vez, el consumidor de estos canales, normalmente de corta edad, toma ejemplos que en ocasiones no son recomendables: la generación del “todo por el like” sublima un modelo de vida en el que no se premia tanto el esfuerzo como la vanalidad y el egocentrismo, lo que contribuye a la infantilización de una sociedad cuyos modelos a seguir se alejan de cánones más saludables.

Seguir a Youtubers con una autoestima sana puede ser una buena manera de divertirnos, aprender e incluso sentirnos apoyados, pero cuando el todo por la fama es la única meta y las exigencias del mercado hacen tambalear los valores y estabilidad emocional incluso de los más jóvenes, quizás sea momento de consumir contenidos de forma más responsable.


Blog de Psicoactiva



No hay comentarios.:

Publicar un comentario