lunes, 2 de abril de 2018

¿Cómo alimentas tu mente? Los 3 filtros de la dieta mental. POR ESPERANZA AJURIA


Conocemos aquellos alimentos que nos hacen mal. Se dice que somos lo que comemos pero también somos aquellos que pensamos.


Al igual que nos preocupamos por aquellos alimentos que ingerimos, también deberíamos preocuparnos por cómo alimentamos nuestra mente.

No me refiero a un nivel bioquímico, me refiero a los pensamientos que dejamos entrar en nuestra mente.

El alimento de la mente es la información que llega a ella a través de diferentes canales: imágenes, sonidos e impresiones sensoriales como el gusto, el tacto y las emociones.

El problema de la información radica en que el efecto que produce en nuestra mente es en un 95% subconsciente. Este efecto se produce a través de pensamientos, actos repetidos y emociones intensas. Todo ello produce que desarrollemos hábitos de comportamiento y pensamientos erróneos.

Yo os propongo un reto: establecer una semana de dieta mental.

Igual que cuidamos lo que comemos, cuidemos lo que pensamos. Así que mi propuesta es DESAYUNO, COMIDA Y CENA. Pasad todos nuestros pensamientos por una balanza. Aquí os dejo el medidor de kilopensamientos.
1. Filtro de la evidencia

Lo primero que te tienes que plantear es si aquello que estás pensando es cierto o tiene algún tipo de evidencia.

Hacer un análisis de esta pregunta por si solo ya desecha gran parte de nuestros pensamientos negativos .


Plantéate que aquello que estás pensando es tan solo una hipótesis y que necesitas buscar hechos que la corroboren.
¿Es totalmente cierto lo que estoy pensando?
¿En qué me baso? ¿Tengo evidencias suficientes?
Evidencias a favor y en contra (Hay que tratar de ser lo más objetivos posibles y no sesgar las respuestas)
¿Tengo toda la información para hacer esa inferencia?
¿Me infravaloro? (Ejemplo: ¿realmente nunca me ha salido nada bien? Si pienso situaciones en las que algo me ha salido bien seguro que encuentro alguna)
¿Mi interpretación es parcial?
¿Exagero?
¿Me responsabilizo en exceso?
¿Podría existir otra explicación u otra forma más realista de pensar?
2. Filtro de la gravedad

¿Es tan grave como yo pienso?

Es decir, en caso de que el pensamiento fuera cierto nos vamos a hacer preguntas encaminadas a evaluar la magnitud de las consecuencias.
¿Serían tan horribles las consecuencias?
¿Qué ocurriría si…)
¿A cuántas áreas de mi vida afectaría?
¿Podría encontrarme bien aún cuando esto sea así?
¿Hay otras personas a quienes les haya ocurrido y cómo lo han vivido?
¿Tiene alguna consecuencia positiva?
¿Sería una circunstancia desagradable o insuperable?
¿Me afectaría durante un periodo de tiempo (un mes, dos meses, un año) o durante toda mi vida?
¿Me podrían pasar cosas más graves? ¿Cuáles?
3. Filtro de la utilidad

Y en el caso de que el pensamiento pase los dos filtros anteriores, es decir sea verdadero y grave (Por ejemplo alguna enfermedad seria) Te propongo las siguientes preguntas:
¿Qué consecuencias tiene para mí pensar así?
¿Me ayuda a solucionar mis problemas?
¿Me hace sentirme bien?
¿Me sirve de algo darle vueltas de manera improductiva?
¿Me ayuda el darle vueltas y más vueltas?

Muchos pensamientos negativos te vendrán en el curso del día. Algunos te vendrán de otras personas, o quizás oirás noticias desagradables. Sin embargo, estas cosas no importan siempre y cuando no te quedes en ellas.


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